Es paradójico: en los llamados “espacios seguros” queer —que deberíamos construir como refugios de aceptación— muchas veces florecen dinámicas de discriminación interna. El rechazo no llega desde fuera, sino desde adentro: hacia personas gorditas, afeminadas, racializadas o con expresiones de género no normativas. ¿Por qué pasa esto y qué podemos hacer para cambiarlo?
El fantasma de la sissyphobia y la anti‑feminidad
El término sissyphobia describe el rechazo hacia hombres afeminados dentro de la propia comunidad gay. Aún hoy, hay quienes internalizan la idea de que lo masculino es superior a lo femenino, incluso si se identifican como hombres gay. Estudios muestran que tanto hombres gays como heterosexuales prefieren liderazgos masculinos, asociando lo femenino con debilidad o burla. Es una forma de misoginia internalizada que perpetúa exclusiones dentro del colectivo.
Cuerpos privilegiados: delgados, musculosos, blancos
En muchos círculos LGBTQ+, especialmente en el ambiente gay masculino, se privilegia un tipo de cuerpo específico: musculoso, tonificado, blanco y masculino. Las apps de citas siguen repletas de frases como “no fats, no femmes”, y aunque cada vez hay más discusión al respecto, muchas personas siguen enfrentando exclusión por no ajustarse a ese ideal. La gordofobia, por ejemplo, ha sido vinculada con baja autoestima, ansiedad y depresión entre hombres gay. Y lo mismo ocurre con el rechazo racial o por tono de piel, que limita el acceso a relaciones, espacios y visibilidad.

Homofobia internalizada y efectos en la salud mental
Cuando alguien dentro de la comunidad se burla o excluye a otros por ser más afeminados, tener otro tipo de cuerpo o expresarse distinto, muchas veces está proyectando una lucha personal no resuelta. Diversos estudios han demostrado que las personas con mayor homofobia internalizada —es decir, rechazo hacia su propia orientación o expresión— tienden a ser más críticas con otras personas LGBTQ+. Esto puede derivar en problemas de salud mental: ansiedad, depresión, aislamiento social, e incluso pensamientos suicidas.
Racismo, estereotipos y exclusión racial
La discriminación dentro de la comunidad no se detiene en el cuerpo o la expresión de género. El racismo también es un problema real. Personas afrodescendientes, indígenas, asiáticas o mestizas muchas veces son fetichizadas o directamente excluidas de espacios y relaciones. En el entorno gay, esto se traduce en una jerarquía no dicha, donde ciertos cuerpos y colores son más deseables que otros, lo que refleja un racismo estructural que también vivimos desde adentro.
¿Qué evidencia respalda todo esto?
Existen múltiples estudios y artículos académicos que han documentado estas dinámicas:
- La sissyphobia ha sido investigada como un fenómeno común entre hombres gays, muchas veces vinculado con misoginia internalizada y homofobia.
- Artículos como los de Within Health, Food Fatness Fitness y Supportiv han documentado los efectos de la gordofobia en la salud emocional de hombres queer.
- Un estudio brasileño identificó que quienes celebran la feminidad dentro de la comunidad tienen menos homofobia internalizada.
- En México, investigaciones sobre salud mental LGBTQ+ han demostrado cómo la discriminación —externa o interna— incrementa el riesgo de ansiedad, depresión y suicidio.
- Sobre el racismo en la comunidad, existen reportes ampliamente documentados sobre la exclusión y fetichización en espacios virtuales como apps de citas.

¿Cómo podemos cambiarlo?
- Reconociendo el problema. No basta con decir que “todos son bienvenidos”. Hay que asumir que replicamos formas de exclusión y trabajar activamente para desmontarlas.
- Cuestionando nuestras preferencias. No todo gusto es inocente. A veces lo que llamamos “preferencia” está formado por estereotipos, racismo o gordofobia internalizada.
- Visibilizando lo diverso. Celebrar cuerpos grandes, pieles diversas, feminidades queer, transmasculinidades, disidencias visibles. Lo que no se nombra ni se muestra, no existe.
- Practicando empatía real. Preguntarnos por qué algo nos incomoda. ¿Por qué me molesta ver a un hombre afeminado bailar libremente? ¿Por qué siento rechazo al acercarme a alguien gordito o no masculino?
- Haciendo comunidad desde el respeto. Lo queer es disidencia, sí, pero también es cuidado. La comunidad LGBTQ+ no puede ser un espejo del mismo sistema que nos excluye allá afuera.
La verdadera seguridad no se construye solo con banderas multicolor o fiestas inclusivas. Se construye con acciones concretas, con conciencia, con lenguaje, con escucha. Y, sobre todo, con tolerancia. Si dentro de nuestros propios espacios aún hay quienes se sienten menos, invisibles o incómodos, entonces no estamos haciendo comunidad: estamos repitiendo exclusiones con otro nombre.
La diversidad no es un eslogan; es una práctica cotidiana.