Cuando piensas en Tulum, probablemente imaginas arena blanca, selva al fondo, cabañas boho-chic y esa vibra relajada de ‘paraíso caribeño menos masificado’. Pero esa imagen está siendo desafiada por una realidad mucho más compleja: menos turismo, precios altos, accesos restringidos y una comunidad local que se siente quebrada entre desarrollo, exclusividad y la pérdida de lo que hizo al lugar especial.
Una mirada rápida al momento
Los números recientes y el pulso local lo confirman:
- En septiembre de 2025, la ocupación hotelera en Tulum cayó a aproximadamente 49 %, frente al casi 67 % que presentaba un año antes.
- Las playas y pueblos costeros muestran clubes vacíos, negocios cerrados y turistas “menos que antes”.
- Y una de las mayores polémicas: el libre acceso a la playa, que por ley mexicana es garantizado, está siendo limitado en la práctica.
¿Qué está pasando y por qué?
Precios que se dispararon:
En pocos años Tulum pasó de destino “chill” a “lujo”, con tarifas de hotel, consumo en beach clubs y transporte que muchos ya consideran fuera de proporción. En redes abundan ejemplos: turistas mostrando una cuenta de más de $50 USD… por dos helados.
Accesos públicos vs. desarrollos hoteleros:
Uno de los focos del conflicto son los nuevos controles en zonas como el Parque del Jaguar. Aunque por ley las playas son de dominio público, los accesos se han vuelto regulados y en algunos casos restringidos, con tarifas o credenciales. El resultado: playas públicas en teoría, pero cada vez más privadas en la práctica.
Entorno, imagen y expectativas:
La sobreconstrucción, el exceso de proyectos y las temporadas intensas de sargazo han dañado la imagen de “paraíso natural”. Lo que antes se sentía artesanal y místico, ahora luce más saturado y caro, con infraestructura que no siempre acompaña el crecimiento.
Impacto en la comunidad:
Los residentes locales y los pequeños negocios sienten la presión. Los costos suben, los turistas bajan, y el equilibrio entre turismo de alto nivel y vida cotidiana se vuelve frágil. Muchos trabajadores y emprendedores describen esta etapa como una “pausa incómoda”: ni el boom de antes, ni la estabilidad de un destino consolidado.
Lo que todo viajero —especialmente nosotros que buscamos lo auténtico— deberíamos ver:
- Puedes encontrar mejores precios que hace un año, pero no todo estará abierto o con la misma energía.
- Este puede ser un momento interesante para ver el “otro Tulum”: menos fiesta, más reflexión, más contacto con la comunidad. Ese que existe cuando apagan las luces del beach club.
- También es una oportunidad de viajar de forma más consciente, entendiendo lo que está detrás del mito.
Tips GTG para ir ahora
Si decides ir, que sea con los ojos (y el corazón) abiertos:
- Investiga transporte: los taxis siguen caros; considera opciones compartidas o renta de coche.
- Pregunta por acceso real a la playa antes de reservar hotel o beach club. Algunos exigen consumos altos o restringen la entrada.
- Sé flexible: no esperes el mismo Tulum de Instagram de hace cinco años. Hoy el encanto está más en lo natural y lo auténtico.
- Apoya proyectos locales: pequeños restaurantes, galerías y posadas están resistiendo; su energía es lo más genuino que queda.
- Observa el cambio: hay belleza en ver cómo un destino intenta redefinirse, incluso entre tensiones y contrastes.
Tulum ya no es el paraíso bohemio de antes. Pero sigue siendo un espejo de nuestra era: entre lujo y sostenibilidad, exclusividad y pertenencia, lo viral y lo verdadero. Quizá ya no sea el lugar para ver y ser visto, pero sí para mirar y entender.
Y en ese mirar, todavía hay magia.