Vamos a hablar claro: durante años, la presencia LGBT+ en películas, series y medios fue casi inexistente. Y cuando aparecíamos, era para morir, ser el chiste del capítulo o estar al fondo como “el amigo extravagante”. Pero eso está cambiando, y no es casualidad. Porque vernos representados no es un lujo: es una necesidad.
No se trata solo de que haya más personajes gays, lesbianas, bisexuales, trans, no binarios o queer. Se trata de cómo están escritos, quiénes los interpretan y qué lugar ocupan en la historia. Y sí, la representación adecuada puede salvar vidas. Literalmente.
¿Por qué importa tanto vernos?
Porque la representación crea posibilidad. Cuando creces sin ver a nadie como tú en la tele, en el cine o en los libros, es fácil creer que estás solo, que tu historia no vale, o que simplemente no hay lugar para ti. Pero cuando por fin ves a alguien como tú siendo amado, triunfando, siendo feliz o incluso siendo complejo, algo cambia adentro. Te das permiso de existir.

Lo que los medios hacen (y deshacen)
Los medios de comunicación no solo entretienen. También educan, validan, moldean percepción y normalizan realidades. Por eso es tan importante que las historias LGBT+ no sean solo “inclusión decorativa”, sino que reflejen la diversidad y profundidad de nuestras experiencias.
- Las series nos acompañan en lo cotidiano. Un buen personaje LGBT+ en una serie puede ser más poderoso que mil discursos si logra conectarse emocionalmente con el público.
- El cine tiene el poder de hacer de una historia particular, una experiencia universal. Piensa en películas como Moonlight o Call Me By Your Name.
- Los realities humanizan. Ver a una drag queen llorar por su madre, o a una persona trans hablar de su transición frente a la cámara, puede abrir ojos y corazones en cualquier hogar.
- Las redes sociales han democratizado la representación. Influencers queer, creadores de contenido LGBT+ y activistas digitales hoy tienen una voz potente, directa y sin filtros.
¿Qué es una buena representación LGBT+?
No basta con poner una pareja gay besándose en segundo plano o con un personaje trans cuya historia gira únicamente alrededor de su identidad. Una representación adecuada debe:
- Ser auténtica: escrita, dirigida o interpretada por personas LGBT+, cuando sea posible.
- Tener matices: no todos los personajes tienen que ser perfectos. Queremos héroes, sí, pero también villanos, comediantes, protagonistas imperfectos.
- Estar integrada, no forzada: no como “token”, sino porque esa historia merece ser contada.
- No centrarse solo en el trauma: sí, nuestras historias tienen dolor, pero también amor, humor, éxito, placer, amistad y cotidianidad.
- Evitar clichés dañinos: como el “gay trágico”, la lesbiana hipersexualizada o el personaje trans que siempre es una víctima.

Ejemplos que han marcado diferencia
- Pose no solo rompió récords por su elenco trans afrodescendiente, sino que puso en pantalla realidades históricas ignoradas por años.
- Sex Education dio visibilidad a personajes diversos y complejos, sin caer en caricaturas.
- Heartstopper conectó con una generación joven mostrando un romance queer tierno y sano.
- Euphoria, aunque controversial, ha dado visibilidad a temas de género, disidencia y salud mental desde un enfoque crudo y estilizado.
- En redes, creadores como Chappell Roan, Elliot Page, Alok Vaid-Menon o la comunidad drag en TikTok han hecho de lo cotidiano un acto político.
¿Y en el mundo hispano?
Vamos lentos, pero con señales prometedoras. Series como Élite (con matices discutibles), La Casa de las Flores, Veneno o El Secreto del Río han mostrado que hay espacio —y público— para nuestras historias en español.
También han surgido voces fuertes en redes: desde creadores de contenido no binarios en YouTube y TikTok, hasta activistas que visibilizan la diversidad en países donde sigue siendo un riesgo hablar abiertamente.
¿Qué pasa cuando la representación es mala o ausente?
El daño es real. Cuando las únicas historias LGBT+ que vemos terminan en tragedia, cuando los personajes son usados como burla, o cuando la diversidad solo aparece como moda publicitaria, se perpetúan estereotipos que afectan la vida real. Desde el bullying escolar hasta políticas públicas discriminatorias, todo parte de lo que se considera “normal” en el imaginario colectivo.

Representación no es suficiente… pero es un buen comienzo
No podemos esperar que una serie arregle la homofobia estructural. Pero sí podemos exigir que las historias sean más fieles, más valientes y más diversas. La representación no sustituye políticas públicas ni derechos legales, pero puede preparar el terreno para que esas luchas sean posibles.
También nos invita a vernos entre nosotros, a reconocernos, a empatizar. Un chico heterosexual que ve Heartstopper tal vez entienda mejor a su amigo. Una mamá que ve Pose tal vez abrace más fuerte a su hija trans. Una lesbiana que ve La vida de Adele puede decidir amarse sin miedo.
¿Qué podemos hacer como audiencia?
- Apoyar historias diversas con nuestra vista, nuestros likes, nuestros boletos.
- Criticar con inteligencia: exigir mejores narrativas sin caer en ataques vacíos.
- Compartir nuestras propias historias: en redes, en proyectos creativos, en conversaciones reales.
- Elevar voces nuevas: seguir, recomendar y colaborar con creadores LGBT+ emergentes.
- Recordar que no todo se trata de uno mismo: hay muchas formas de ser LGBT+, y todas merecen espacio.
La representación importa porque cambia lo que creemos posible. Porque nos conecta, nos visibiliza y, a veces, nos salva. Porque no hay nada más poderoso que ver en pantalla lo que alguna vez creíste que solo existía en tu cabeza.