Viajar es una de las cosas más emocionantes que podemos hacer. Es libertad, descubrimiento, placer. Pero para quienes somos parte de la comunidad LGBTQ+, también es algo que requiere planeación extra. Y no, no hablo solo de ver si en el hotel hay espejo de cuerpo completo o si puedes encontrar poppers a una cuadra del antro. Me refiero a informarte sobre el contexto legal, social y cultural del lugar al que vas.
Porque aunque uno quiere salir a comerse el mundo en chiquishort y crop top, la realidad es que no todos los destinos son igual de seguros, inclusivos o libres. Y aunque eso suene rudo, conocer esta info puede ser la diferencia entre tener el mejor viaje de tu vida o una experiencia incómoda (o incluso peligrosa).
Así que si estás armando tus maletas y tu playlist de viaje, tómate también un momento para revisar cómo es el destino en temas de derechos LGBT+. Aquí te explico por qué vale totalmente la pena.
No todos los lugares son seguros para ser tú mismo
Suena fuerte, pero es real. Hay países donde ser gay, lesbiana, trans o cualquier letra del espectro LGBTQ+ puede significar desde discriminación hasta cárcel. En algunos, incluso, es ilegal mostrar afecto en público o declararte abiertamente queer. Y en otros, puede que no esté prohibido por ley, pero la sociedad sigue siendo profundamente conservadora u hostil.
Por eso es básico saber si el país o ciudad a la que vas tiene leyes que protegen a las personas LGBTQ+, si hay antecedentes de crímenes de odio, y cuál es la actitud social predominante. Así puedes tomar decisiones informadas: desde qué tipo de alojamiento reservar, hasta cómo comportarte en espacios públicos sin comprometer tu seguridad.

Puedes conectar con la comunidad local
No todo es alerta roja. Hay destinos donde la comunidad LGBTQ+ es fuerte, visible y hermosa. Saber esto te permite conectar, apoyar el turismo queer y tener una experiencia muchísimo más rica. Desde ir a un bar gay local con historia, hasta participar en una marcha del orgullo que justo cae en tu semana de viaje.
Informarte te da acceso a espacios seguros, proyectos culturales, guías locales queer, eventos, fiestas, galerías, drag shows y todo un universo que no siempre aparece en las guías turísticas tradicionales. Además, nada mejor que conocer a personas que viven el orgullo de formas distintas, según su contexto.
Proteges tus derechos y evitas situaciones incómodas
Imagina llegar a un hotel con tu pareja y que te miren raro por pedir una cama matrimonial. O peor: que se nieguen a dártela. Esto aún pasa, incluso en destinos turísticos. También hay apps de citas que son monitoreadas por autoridades en ciertos países, o prácticas policiales que apuntan especialmente a personas queer.
Saber de antemano lo que está permitido, lo que es común y lo que podría causarte problemas te da herramientas para navegar la experiencia con más control. No se trata de vivir con miedo, sino de viajar con conciencia y autonomía.

Es una forma de hacer turismo responsable
Cada vez más personas están optando por un turismo con conciencia social. Y eso incluye apoyar destinos que se esfuerzan por ser inclusivos, o al menos no fomentar los que violan derechos humanos. Tu dinero tiene poder, y decidir dónde lo gastas también es una forma de activismo.
¿Te imaginas descubrir que fuiste a un resort de lujo que financia grupos anti-LGBTQ+? Mejor evitarlo, ¿no? Elegir alojamientos, tours y espacios que sean abiertamente LGBTQ+ welcoming es una forma de apoyar a quienes luchan por la inclusión desde su trinchera local.
No todos los arcoíris son lo que parecen
Muchos destinos se cuelgan la bandera del Pride durante el mes de junio, pero eso no siempre significa inclusión real. A veces es solo marketing. Por eso es importante ir más allá del filtro bonito de Instagram y ver si hay protección legal, acceso a salud, respeto a identidades trans, y una comunidad activa en el lugar.
Investigar te permite distinguir entre el “pinkwashing” y el verdadero compromiso con la diversidad. Además, si decides ir, puedes ir con los ojos abiertos y sabiendo a qué apoyar (y a qué no).

¿Entonces qué hago si el lugar no es tan “rainbow friendly”?
Cada quien decide hasta dónde quiere o puede ajustarse. Hay quien decide no viajar a ciertos destinos por razones éticas, y hay quien prefiere ir pero tomar precauciones. Ambas posturas son válidas. Lo importante es que la decisión sea informada y consciente.
Si decides ir, infórmate sobre las normas, elige alojamientos seguros, sé discreto si es necesario, pero no renuncies a disfrutar. Porque aunque el contexto no sea perfecto, tu existencia sigue siendo válida, hermosa y poderosa.
Viajar siendo LGBTQ+ es político, personal y profundamente liberador.
Y no se trata de limitarte o viajar con miedo. Se trata de cuidarte, de estar consciente y de vivir tus experiencias con plenitud. Porque viajar también puede ser un acto de resistencia, una celebración de tu identidad y una forma de tejer redes globales de orgullo y amor.
Así que sí, antes de reservar ese vuelo, date una vuelta por los sitios adecuados, lee, infórmate y prepárate. Porque la libertad también viene con responsabilidad, y tú mereces disfrutar del mundo con seguridad, dignidad y un glitter bien aplicado.